El hombre, creado "a imagen de Dios," expresa la realidad de su relación con Dios Creador a través de la belleza de sus obras artísticas. Por su naturaleza, el arte sacro tiene como objetivo expresar, de alguna manera, en obras humanas, la belleza infinita de Dios y busca aumentar su alabanza y gloria, con el único propósito de guiar poderosamente los corazones humanos hacia Dios.
Desde sus inicios, el cristianismo ha utilizado el arte como una forma de evangelización. El arte tiene la misión y el objetivo específico de mostrar el esplendor de la verdad a través de la belleza.
A lo largo de los siglos, la Iglesia Latina y la Iglesia de Oriente se han esforzado por expresar y representar visiblemente, a través de diversas expresiones artísticas, la verdad de la Fe y la bondad de creer.
Los cristianos han acumulado grandes tesoros, sin duda, la mayor colección de arte en toda la historia de la humanidad, siempre inspirados por las Escrituras. El arte ha sido el mejor medio para comunicar el contenido de la Fe y la Buena Nueva.
El arte sacro, en todas sus formas: música, literatura, arquitectura, pintura, palabras, artes escénicas, liturgia, comunica de manera efectiva el misterio de nuestra Fe y permite la serenidad de la contemplación.
El cristianismo, en virtud del dogma central de la encarnación del Verbo de Dios, ofrece al artista un horizonte particularmente rico de motivos de inspiración.
¡Qué gran empobrecimiento sería para el arte abandonar esta fuente inagotable que es el Evangelio! Ciertamente, la belleza del arte sacro es indiscutible.
Domingos antónio de sequeira, san bruno in preghiera, 1799-1800
Portuguese paintings in the Museu Nacional de Arte Antiga
fot. Ricardo Casimiro