De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra. (Lc 4, 24-30)
Todos nosotros podemos, a veces, correr el riesgo de ser malinterpretados, o de nosotros mismos hacer juicios imprudentes sobre aquellos con quienes convivimos más de cerca.
El conocimiento diario nos lleva a pensar que ya lo sabemos todo, pero, en realidad, cada persona es un misterio. En cada persona hay un tesoro escondido, lleno de talentos para descubrir...